18 Sabemos que nadie nacido de Dios practica el pecado, porque Cristo, el Hijo de Dios, le protege y no permite que el maligno le toque.
19 Sabemos también que somos hijos de Dios y que el mundo entero está sometido al dominio del maligno;
20 pero nos consta que Cristo, el Hijo de Dios, ha acudido en nuestro auxilio, y que nos ha dado la necesaria inteligencia para conocer al Dios verdadero. Y en él estamos, en el verdadero, porque estamos en su Hijo Jesucristo. ¡Él es el Dios verdadero y la vida eterna!
21 Hijitos, guardaos de los ídolos.
Juan acaba su carta a los seguidores de Jesús jugando, una vez más, con el lenguaje y en esta ocasión introduciendo tres principios usando para ello la palabra sabemos, que comunica un sentido de certidumbre y seguridad.
Lo primero que sabemos es que los seguidores de Jesús no pecan. Entendámonos bien, eso no significa que sean de plástico, significa que de forma habitual, consciente e intencional no permiten que el pecado en forma de hábitos arraigue en su vida. Al menos no debería.
Lo segundo que estamos ciertos es que somos hijos de Dios y que todo el sistema -lo que la Biblia llama el mundo- está bajo el control del maligno.
Lo tercero y último que sabemos es que el Hijo de Dios nos ha iluminado y, por eso, conocemos la verdad.
Juan acaba su epístola con una exhortación final, guardaos de los ídolos. Aquí necesitamos ver esta advertencia en un sentido amplio pues, de lo contrario, podemos entender que esto no tiene nada que ver con nuestras vidas. Martín Lutero, el reformador de la iglesia, afirmó que un ídolo es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en tu corazón. Visto de esta manera podemos ser más cuidadosos y analizar nuestra vida en busca de ídolos. Nuestros ídolos pueden ser muy sibilinos, muy sutiles y nosotros no ser conscientes de ello porque conviven con nuestro seguimiento de Jesús. El ídolo puede ser el trabajo, nuestra pareja, el dinero, el sexo, la carrera profesional, la búsqueda de placer, sentido.... Vamos, como ya mencionamos, cualquier cosa que ocupa el primer lugar en tu corazón o compite con Dios por ocuparlo.
Un principio
Un ídolo es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en tu corazón
Una pregunta
¿Qué compite con Dios por el primer lugar en tu corazón?
Imagen hecha por manos de hombres, ninguna; però si que en un tiempo ocupaban mi corazón creyendo yo que era bueno. Más embelesada estaba por mi virgen de Lourdes que por Cristo mismo. Peró esto es cosa del pasado errado por no conocer al Dios verdadero. Actualmente, la competencia con Dios, creo que no existe, si bien me atraen a veces pequeñas cosas bonitas a mis ojos y a veces insuperables de pasar de ellas. Como si me ayudaran a vivir con más alegria. Podria ser un perfume, flores, bisuteria, decoración o algo personal...No obstante, voy mejorando en el concepto de si es básico o no. Es decir, controlar la ilusión y el bolsillo y dirigir más mi atención por ejemplo, al consuelo en los problemas de los demás. Son escapatorias para aguantar sin desfallecer, algunas veces. Dios primero, siempre. Y que Él perdone mis imperfecciones.